pero esperaré tus rosas
ojeras y tu glande
en una erosión
como los aspavientos ésos de la carretera
que parecían
como molinos que leía
otros miembros
diminutos detractores de dioses
a la deriva y en medio
por la vereda de mis pasos
de mi cuerpo molido de viento
y decidido está que mis aspas ya no puedan, al cansarte,
caminante,
recorrerte
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